Federico Isse, secretario de la Asociación Argentina de Tartamudez, habló sobre los desafíos y tratamientos de la tartamudez, subrayando la necesidad de una mayor empatía en la sociedad.
Durante la entrevista, Federico Isse abordó el impacto de la tartamudez en la vida diaria, señalando que aproximadamente el 1% de la población mundial la padece. “Es crucial que la gente nos permita terminar nuestras frases, ese simple gesto de empatía es clave”, afirmó. Destacó que los tratamientos tempranos pueden mejorar el habla hasta en un 80%, especialmente en niños de entre dos y cinco años.
Isse también explicó cómo la tartamudez puede variar en severidad, desde casos leves con repeticiones esporádicas hasta formas más graves que afectan significativamente la comunicación diaria. A pesar de la falta de una causa científica definitiva, mencionó factores genéticos y situaciones de estrés como posibles desencadenantes. “En mi adolescencia evitaba hablar para no sufrir bullying”, recordó, enfatizando la importancia del tratamiento y la autoaceptación.
Por último, Isse mencionó las iniciativas de la Asociación Argentina de Tartamudez, que ofrece talleres y charlas para pacientes y familias. También alentó a la sociedad a adoptar una postura más inclusiva, dejando que las personas con tartamudez hablen a su propio ritmo. “Vivimos en una era de inmediatez, y es difícil que alguien te escuche sin interrumpir”, lamentó.
El audio completo de la entrevista está disponible al final de la nota. Seguinos en Instagram: @radiobuenosaires.
Durante la entrevista, Federico Isse abordó el impacto de la tartamudez en la vida diaria, señalando que aproximadamente el 1% de la población mundial la padece. “Es crucial que la gente nos permita terminar nuestras frases, ese simple gesto de empatía es clave”, afirmó. Destacó que los tratamientos tempranos pueden mejorar el habla hasta en un 80%, especialmente en niños de entre dos y cinco años.
Isse también explicó cómo la tartamudez puede variar en severidad, desde casos leves con repeticiones esporádicas hasta formas más graves que afectan significativamente la comunicación diaria. A pesar de la falta de una causa científica definitiva, mencionó factores genéticos y situaciones de estrés como posibles desencadenantes. “En mi adolescencia evitaba hablar para no sufrir bullying”, recordó, enfatizando la importancia del tratamiento y la autoaceptación.
Por último, Isse mencionó las iniciativas de la Asociación Argentina de Tartamudez, que ofrece talleres y charlas para pacientes y familias. También alentó a la sociedad a adoptar una postura más inclusiva, dejando que las personas con tartamudez hablen a su propio ritmo. “Vivimos en una era de inmediatez, y es difícil que alguien te escuche sin interrumpir”, lamentó.
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